jueves, 19 de noviembre de 2020

Actividad 3. Definición y aplicación de conceptos sobre planeación estratégica



Consulta los siguientes textos:


Completa la tabla PEGP_Tarea_III_Nombre del alumno. Describe cada concepto (¿Qué es?) e indica los pasos para construirlo o integrarlo en un ejercicio de planeación estratégica (¿Cómo de integra?).


Envía tus resultados a jccruz2000@yahoo.com a más tardar el  12 de diciembre de 2020.


La caída de la planeación estratégica: la llegada de los consultores y el análisis de cartera


A mediados de la década de los años setenta inició para la planeación estratégica una nueva etapa. Florecieron los especialistas en planeación y se comenzó a fortalecer el desarrollo de técnicas, estructuras y equipos especializados en planeación estratégica. Empresas consultoras como The Boston Consulting Group y McKinsey consolidaron su liderazgo en la formulación de planes estratégicos en Estados Unidos y Japón, y estimularon el desarrollo de la lucrativa industria de la consultoría.

El financiamiento de la empresa fue uno de los aspectos que más se enfatizó en esa época. La comprensión de problemas como el estancamiento y la paralización del crecimiento aumentó significativamente y puso en el centro del debate aspectos relacionados con la saturación de la demanda en el mercado, las ventajas competitivas y los efectos del desarrollo tecnológico.

Para muchas empresas, la crisis petrolera de 1973 se tradujo en fuertes declives en sus niveles de rentabilidad y ritmos de crecimiento. Los mercados financieros se endurecieron notablemente: inflación, altos intereses y baja rentabilidad sobre los activos disminuyó la posibilidad de su apalancamiento financiero. De esta forma, ante la escasez de capital en el exterior, se vieron obligados a buscar financiamiento al interior, a través de varios caminos: la reducción de costos a través de políticas de desinversión; la redistribución de recursos por medio del autofinanciamiento; y el fomento al pensamiento estratégico.

La planificación estratégica basada en el análisis de cartera o de portafolio de negocios surgió como la opción más adecuada para reorganizar las actividades de la empresa. El marco conceptual era simple: considerar a la organización como un portafolios, en donde cada uno de los negocios, productos o servicios que componen su oferta tiene distintas necesidades de efectivo y diferentes capacidades para generar dinero. Con el portafolios de negocios, tanto la estrategia de concentrar capital a través de retirar la inversión y eliminar aquellos negocios poco rentables, como la opción del autofinanciamiento vía la reinversión de recursos en los negocios con mayor potencial de crecimiento, podían basarse en un procedimiento sistemático que permitía a los planeadores identificar los candidatos con las características idóneas para ser eliminados o capitalizados.

La base fundamental para el análisis de portafolios de negocios fue la matriz crecimiento-participación desarrollada por el Boston Consulting Group. Para integrar esta matriz se consideraron dos variables: el índice de crecimiento del mercado en el que participa un negocio y su posición relativa en él. A partir del cruce de las variables, se derivaron cuatro combinaciones básicas, cada una con una nueva denominación, que pronto se incorporaron al vocabulario de la gestión de empresas: los negocios con fuerte participación en mercados de alto crecimiento se denominaron “estrellas” (star); aquellos con baja participación ubicados en mercados de alto crecimiento “gallinas de los huevos de oro” o “vacas lecheras” (cash cow); los que contaban con fuerte participación en mercados de bajo crecimiento “niños problema” o “incógnitas” (question mark); y, por ultimo, aquellos con baja participación en mercados de bajo crecimiento “pozos sin fondo” o “perros” (dog).


La matriz crecimiento-participación se diseñó para ser aplicada principalmente en empresas diversificadas con estructura divisional, lo que facilitó la clasificación de los negocios de acuerdo a su posición en mercados diferenciados y estableció criterios objetivos para optimizar el financiamiento entre ellos. De esta manera, la empresa podía financiar su propio crecimiento, trasladando recursos de negocios con exceso de efectivo a negocios que pudieran utilizar esos recursos con mayor rentabilidad, bajo el principio de disociar el margen de utilidad de la tasa de crecimiento: una empresa con exceso de efectivo podía encontrar un negocio potencialmente atractivo y financiar su crecimiento, sin obligarlo a generar utilidades en el corto plazo.

Uno de los trabajos más influyentes en esta época es Competitive Strategy (Estrategia competitiva) de Michael Porter, que marcó la línea a seguir en el estudio y la práctica de diversos círculos académicos y empresariales. Porter planteó la existencia de una serie de fuerzas que determinan la rentabilidad de las empresas en un contexto competitivo y las obligan a crear y explotar ventajas competitivas que aseguren su supervivencia en el mercado.

Desde la visión de Porter, “la esencia de la formulación de una estrategia competitiva consiste en relacionar a una empresa con su medio ambiente”; en particular con aquel sector o sectores industriales en los cuales compite. En efecto, las características estructurales de cada sector industrial determinan las reglas competitivas del juego y las posibilidades estratégicas potencialmente disponibles para cada una de las empresas que participan en el sector. De esta manera, es posible identificar cinco fuerzas competitivas básicas que conjuntamente determinan la intensidad competitiva y la rentabilidad de las empresas en su sector industrial: nuevos ingresos, amenaza de sustitución, poder negociador de los compradores, poder negociador de los proveedores y la rivalidad entre los actuales competidores.



En este contexto, la formulación óptima de una estrategia competitiva depende de asignar a cada factor un peso específico en relación con las características particulares de cada sector; y con ello, integrar un conjunto de acciones ofensivas y/o defensivas que permitan mantener la posición competitiva de empresa en el sector, mejorarla de acuerdo a sus políticas de desarrollo o buscar una nueva posición dentro o fuera del sector, para obtener un mejor rendimiento del capital invertido.

A partir de este marco de referencia, Porter propone el concepto de “estrategias genéricas”, diseñadas a partir de la combinación de las cinco fuerzas competitivas y enfocadas a mantener la posición lograda por la empresa en su sector o a buscar una mejor posición que le permita sobresalir entre sus competidores. Estas estrategias pueden ser de tres tipos: el liderazgo general en costos, la diferenciación y el enfoque o segmentación. Cabe señalar que a cada estrategia genérica corresponde una serie de variaciones acordes al desarrollo y evolución del sector industrial en que se compite.


De acuerdo con Mintzberg, la matriz de crecimiento–participación, el programa PIMS, el análisis de fuerzas competitivas y estrategias genéricas y todos aquellos instrumentos analíticos dedicados a crear la estrategia adecuada para las condiciones existentes se consideran dentro del campo de estudio de la “Escuela de Posicionamiento”.

El argumento principal de la “Escuela de Posicionamiento” radica en el reconocimiento de un conjunto limitado de estrategias clave dirigidas a defender la posición económica de la empresa en un mercado altamente competitivo. La formación de la estrategia es percibida como un proceso controlado y consciente del que se derivan estrategias premeditadas y maduras que deben esclarecerse antes de su aplicación formal. Como sucede en las escuelas de “Diseño” y “Planificación”, la responsabilidad de contar con una estrategia recayó en el directivo principal y en el apoyo de un cuerpo planificador y/o consultor. Cabe señalar que si bien el planificador mantuvo su poder “tras el trono”, su función fue cualitativamente distinta. Su actividad se tornó más analítica, siempre asociada con el estudio de cifras y datos que le permitían recomendar las estrategias genéricas óptimas. Y curiosamente, de ser el “diseñador” de las estrategias, pasó a ser solamente quien las “seleccionaba” y “arrancaba” del “gran árbol de las oportunidades estratégicas genéricas”.

A pesar de su aparente racionalidad y eficacia, esta escuela presenta diversas deficiencias:

  • en su construcción sólo considera aspectos económicos y financieros, dejando de lado una serie de aspectos sociales, políticos y culturales cada vez más relevantes para las organizaciones actuales; 
  • al concentrarse en condiciones externas como la situación de la industria y la competencia, desestima la importancia de las condiciones internas;  
  • tiende a impedir el aprendizaje y el surgimiento de soluciones creativas e innovadoras. 


lunes, 2 de noviembre de 2020

Material de apoyo para la actividad 2


Presentaciones:

Presentación 3. No hay una sola forma o método para planear. Los seis ciegos y el elefante. La bestia del management estratégico. Las escuelas de Henry Mintzberg: prescriptivas, descriptivas e integración.

Presentación 4. La escuela de diseño. Orígenes. El modelo de política de Harvard. Premisas. Crítica. La escuela de la planificación. Orígenes. La brecha de la planificación. La curva de la experiencia. Los sistemas formales de planeación. Modelo de Steiner. Premisas. Modelo de Ansoff. Desglose de la planeación por niveles y jerarquías. Pecados.

Presentación 5. La escuela del posicionamiento. Orígenes. Matriz BCG: crecimiento - participación. El modelo de estrategia competitiva: Michael Porter. Premisas. Crítica.

Presentación 6. La escuela del aprendizaje. Orígenes. El modelo de administración japonesa. El modelo de 7s de Mckinsey. El incrementalismo disjunto o desarticulado. El incrementalismo lógico. La escuela del aprendizaje: premisas. La escuela del aprendizaje: crítica. TABLA INTEGRADORA.


Videos de apoyo:

Entrevista a Henry Mintzberg. Liderazgo y Management. Cátedra de Análisis Organizacional de la Universidad de Cuyo, Argentina.

Escuelas de planeación estratégica. Roberto Villaseñor. ITESM, México.


Sitios relevantes:

Portal de Henry Mintzberg.

Artículo: Las escuelas del pensamiento estratégico. Un análisis crítico. Leidy Garcés Osorno y Chirley Tovar Tovar. Universidad de San Buenaventura, Cali. Colombia.




 




El auge de la planeación estratégica: modelos formales para cerrar la brecha e impulsar el desarrollo




Los sistemas de planificación para el desarrollo.

El periodo comprendido entre mediados de la década de los años cincuenta y final de la de los sesenta se caracterizó por el surgimiento de una amplia diversidad de enfoques en torno a la planificación. En 1949, con la segunda traducción al inglés de Administration industrielle et générale de Henri Fayol y la difusión del sistema POSDCORB de Gulick y Urwick la planificación se destacó como un campo de estudio con un creciente número de seguidores.

Su grado de madurez se manifestaba con la aparición de los planificadores como una nueva clase profesional, una intelligentsia técnica, que se distinguía de los administradores tradicionales porque añadía habilidades especiales al análisis racional y a la solución de problemas. Sus aproximaciones teóricas permitían identificar claramente el carácter estratégico de la planeación. En efecto, mientras los administradores se ocupaban de las tareas de gestión diarias, los planificadores estaban principalmente interesados en la toma de decisiones no rutinarias. La formulación de estrategias pasó a ser responsabilidad de “un cuadro de planificadores altamente instruidos, parte de un departamento especializado en planificación estratégica con acceso al directivo principal”. Esta nueva clase profesional se apoyaba en la creencia ampliamente compartida de que la ciencia y las nuevas tecnologías desarrolladas para la toma de decisiones podían suministrar un consejo racional para trazar vías de acción futuras.

Con un instrumental compuesto por un conjunto de herramientas derivadas de la investigación de operaciones, como la teoría de juegos y la cibernética; y sustentado en nuevos principios de dirección de autores como Steiner, Drucker, Simon, Newman, Terry, Koontz y O’Donnell, los nuevos planificadores se dieron a la tarea de formular planes dirigidos a lograr el crecimiento de sus organizaciones.

Bruce Henderson afirma que entre las vacantes de empleo comenzaron a solicitarse directores y especialistas en desarrollo corporativo, cuyas funciones y responsabilidades consistían generalmente en “evaluar la posición y dirección de la compañía como un todo con objeto de desarrollar opciones que brindaran mejores probabilidades de conducir a condiciones más deseables”.  Asimismo, bajo la lógica del crecimiento sostenido y la expansión, las organizaciones alcanzaban grandes dimensiones: en 1960 las 50 corporaciones industriales más importantes de los Estados Unidos habían crecido hasta el punto de dar empleo a un promedio de 80 mil obreros cada una. Tan sólo la General Motors empleaba por si sola a 595,000 personas, mientras que la empresa telefónica AT&T, daba trabajo a 736,000 hombres y mujeres.

Esta frenética búsqueda del crecimiento exigía modelos de planeación enfocados a lograr el desarrollo de todo el potencial de la empresa, por lo que desde finales de la década de los años cincuenta y hasta mediados de la de los sesenta, predominaron los sistemas de planificación del desarrollo que tenían como propósito central estimular el crecimiento de la empresa bajo la premisa de que las organizaciones tienden a presentar impedimentos que inhiben el despliegue óptimo de sus capacidades.



En el esquema propuesto por Mintzberg los sistemas de planificación del desarrollo están relacionados con los antecedentes de la “Escuela de Planificación”. En este grupo, pueden considerarse las técnicas de planificación de largo plazo desarrolladas por el Stanford Research Institute a través del Long Range Planning Service, que, sobre la base de sofisticados pronósticos y evaluaciones sobre el mercado y la competencia, procedían a establecer una serie de metas y objetivos que permitieran cerrar la “brecha de planificación” (planning gap), es decir, la diferencia entre los resultados obtenidos y el potencial de realización de la empresa.

Bajo la influencia de los sistemas de planeación para el desarrollo, muchas empresas consiguieron aumentar su productividad y su eficiencia comercial, y con ello, expandieron su producción, mejoraron su posición en el mercado y, en algunos casos, crecieron explosivamente. En un estudio realizado en 1964 sobre las 13 compañías de crecimiento más rápido en los Estados Unidos se evidenció que para todas la planificación fue un asunto prioritario, y que en todos los casos se estimuló a sus ejecutivos para pensar en el futuro.

Sin embargo, el mundo empresarial norteamericano comenzó a padecer una transformación cualitativa. En un ámbito plagado de empresas y consorcios gigantes, monolíticos, limitados a una industria o a una estrecha gama de productos, surgieron dinámicas y poderosas empresas de menor tamaño pero con una oferta más diversificada y mayor capacidad de generar riqueza y responder a las necesidades de los consumidores.

Los sistemas formales de planeación.

Los sistemas formales de planificación aparecieron en la segunda mitad de la década de los años sesenta, en un contexto en el que, a pesar de mantenerse el crecimiento de la economía, comenzaban a perfilarse los síntomas del agotamiento de los patrones de vida de la sociedad industrial norteamericana. Una ola de disturbios económicos, políticos y sociales recorrió el mundo rompiendo la continuidad y la certeza en el futuro y dejando entrever la vulnerabilidad de las organizaciones frente a los factores externos que se encontraban más allá del terreno de su control.

Para muchas organizaciones los síntomas de la turbulencia se vieron agravados por el caos interno generado por su propio crecimiento. En ese momento, la respuesta consistió en “poner orden a las cosas" –reorganizando y fortaleciendo los mecanismos administrativos- con la intención de lograr la mayor eficiencia y racionalidad posible en el desempeño global de la organización. En efecto, la turbulencia y el caos se agregaron a las críticas realizadas a los sistemas de planificación del desarrollo, lo que motivó que para esta etapa, la planeación pusiera un énfasis particular en formalizar los procedimientos y el engranaje de los mismos dentro de la estructura de la organización. Para Mintzberg, esta etapa se considera dentro de la “Escuela de la Planificación”

Dentro de las propuestas más representativas en esta etapa pueden considerarse los sistemas de planeación y presupuestación desarrollados por Robert McNamara en la Ford Motor Company y en el Departamento de Defensa de los Estados Unidos.

En 1961, Robert McNamara fijó su atención en la planeación estratégica cuando dejó la Ford Motor Company para servir como Secretario de Defensa en la Administración del Presidente Kennedy. Como presidente de Ford, McNamara había empleado la planeación multianual para la formulación de pronósticos e identificación de opciones y salidas estratégicas. Aplicó estas mismas técnicas en su encargo gubernamental, dando especial énfasis al desarrollo del Sistema de Planeación Programación Presupuestación por sus siglas en inglés PPBS (Planning Programing Budgeting System) como una forma de planeación estratégica avanzada que liga el proceso de diseño de estrategias con la programación presupuestal. Los resultados de la aplicación del PPBS fueron alentadores: se habían superado las tradicionales inercias en la distribución de los recursos, fincándose, con ello, bases objetivas y racionales para la toma de decisiones, con las que se identificaban con claridad, en la integración del plan y los programas, los objetivos, las metas y las actividades que asumieran un carácter estratégico para la organización.

En general, las diferentes propuestas de sistemas de planeación formal arrojaron una serie de elementos metodológicos enfocados a la construcción de planes estratégicos,  que pueden agruparse y reintegrarse en un esquema básico conformado por las siguientes etapas:

- el análisis de fortalezas versus debilidades y amenazas versus oportunidades;
- la fijación de objetivos y metas;
- la formulación del plan estratégico;
- la evaluación y aprobación del plan;
- elaboración de presupuestos, planes y proyectos operativos;
- su puesta en operación y posterior retroalimentación.

Es evidente que si bien se recupera el conjunto básico de ideas del Modelo de Política de Harvard, se agrega para cada etapa un importante instrumental tecnológico consistente en metodologías, procedimientos, sistemas de información, análisis formales y pronósticos sobre tendencias futuras.


Junto a los sistemas de planeación del desarrollo explicados en el apartado anterior, los sistemas formalizados de planeación pertenecen a la que Mintzberg denomina “escuela de la planificación”. Esta escuela adopta una parte importante de los principios de la “escuela de diseño”. Se sustenta en tres premisas esenciales:

1. Las estrategias surgen de un proceso controlado y consciente de planificación formal, separado en etapas precisas sustentadas en técnicas.
2. La responsabilidad del proceso recae en la alta dirección, la cual cuenta para elaborar los planes, con la unidad o departamento de planificación.
3. Al final del proceso, se presupone que se obtiene un plan estratégico con las características necesarias para ser aplicado prestando minuciosa atención a los objetivos, presupuestos, programas y planes operativos de diversos tipos.

En la práctica, los sistemas formalizados de planeación se enfrentaron a limitaciones conceptuales y obstáculos para su aplicación. Wilson, en 1994, expuso los pecados de la planificación estratégica:

- los planificadores excluyeron del proceso de desarrollo de la estrategia a los directivos y responsables de áreas sustantivas de la organización;
- las metodologías del proceso se tornaron cada vez más complejas lo que originó que se diera más énfasis al análisis y menos al surgimiento de ideas creativas e innovadoras;
- los ejecutivos evadían la responsabilidad de aplicar las nuevas estrategias;
- los procesos eran insuficientes para conformar alternativas estratégicas sólidas;
- los requisitos organizacionales y culturales eran ignorados o poco considerados;
- y las aportaciones de los métodos de previsión, al basarse en la extrapolación de tendencias pasadas, resultaban limitados para enfrentar las sorpresas de la creciente incertidumbre en el medio ambiente.

Los orígenes: de la "Administración Científica" al Modelo de Política de Empresa


El ejercicio de la planeación en las organizaciones sociales tiene un origen remoto. En diversas épocas de la historia se han relatado estrategias en todos los ámbitos de la actividad humana: la guerra, el comercio, la política, la agricultura, las artes y las ciencias. Sin embargo, se considera que los primeros intentos por estudiar sistemáticamente los principios básicos de la planeación y la estrategia ocurrieron en las últimas dos décadas del siglo XIX con el nacimiento de la Ciencia de la Dirección de Empresas.

En 1886, Henry W. Towne presentó una propuesta a la Sociedad Americana de Ingenieros Mecánicos que, en su momento, fue considerada como revolucionaria. En ella se reconocía la carencia de bibliografía relacionada con la dirección de empresas, la necesidad de realizar estudios en la materia y promover el intercambio de ideas y experiencias administrativas que impulsaran el progreso de la disciplina. No obstante, fue hasta 1911, con la publicación de la obra The principles of scientific management de Frederick Taylor cuando se sentaron las bases de la Ciencia de la Dirección, con principios, leyes y reglas claramente especificados que sustituirían a los antiguos métodos prácticos. El resultado fue impactante; a raíz de su aplicación en las compañías ferroviarias del este de los Estados Unidos, la denominada “dirección científica” adquirió un reconocido prestigio en el mundo empresarial norteamericano. En poco tiempo, adoptando los métodos de la “dirección científica”, las compañías habían reducido considerablemente sus costos, por un lado, y aumentado los salarios, por otro, sin que esto hubiera implicado un aumento en las tarifas para los usuarios del servicio.

Este hecho acaparó la atención mundial, inclusive, el líder de la Revolución Rusa de 1917, Vladimir I. Lenin, estaba convencido de la necesidad de introducir la “dirección científica” en la construcción de la economía soviética. Sugería incorporar a la administración de la URSS los últimos avances del capitalismo, a través de organizar en Rusia el estudio y la enseñanza del sistema de Taylor, su experimentación y adaptación sistemáticas. Así, la “dirección científica” comenzó a difundirse en su área de influencia. Con una amplia visión, Lenin reconoció en las teorías de Taylor un inmenso progreso de la ciencia al abrir el camino a un enorme incremento de la productividad del trabajo humano y preconizó, en 1918, la extensión del taylorismo al conjunto de la sociedad, estimando que en una sociedad socialista se emplearía para emancipar al proletariado, no para explotarlo.

El reconocimiento adquirido por la “dirección científica” pasó también al mundo académico: se aceptó a la dirección científica como una disciplina universitaria respetable. En universidades como Columbia, Cornell, Pennsylvania y Harvard se iniciaron cursos y seminarios en la materia. Poco a poco fueron proliferando expertos y publicándose nuevos trabajos que fortalecieron la naciente disciplina, que originalmente concentró su atención en la realización de tareas y en la responsabilidad de la dirección para planificar, organizar y controlar las tareas de los empleados.

Al respecto, los trabajos de Henry Fayol merecen una mención especial. Como ingeniero e industrial, su preocupación por la racionalización y eficiencia de los métodos de gestión de empresas lo llevaron a definir y perfeccionar la "función administrativa". En Administration Industrielle et Generale, publicado en 1916, Fayol clasificó la ciencia de la dirección de empresas en cinco áreas funcionales: planificación, organización, mando, coordinación y control. Con ello, sentaría las bases para una "doctrina administrativa" cuyos principios son válidos para cualquier tipo de organización y serviría de influencia para otros autores como Gulick y Urwick, quienes, en 1936, en la obra Ensayos sobre la ciencia de la administración pretendieron también enunciar preceptos de organización válidos universalmente, a través del desarrollo de un sistema que denominarían POSDCORB (Planeación, Organización, Reclutamiento, Dirección, Coordinación, Reporte y Presupuestación).

El estudio de la planeación y la formulación de políticas y estrategias comenzó a germinar en las aulas universitarias. En 1920, la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard abrió sus primeros seminarios sobre Política de Empresa, que, basados en el análisis de experiencias y "estudios de casos" se aproximaban a la formulación de modelos teóricos dirigidos al diseño de estrategias empresariales. Para 1922, con el establecimiento del Programa de Doctorado en Negocios y la fundación de la Harvard Business Review,  el denominado "Modelo de Política de Harvard" se consolidó como una herramienta efectiva para la dirección de empresas.

El "Modelo de Política de Harvard" se concentra en la dirección de empresas a partir del estudio de "las funciones y responsabilidades de los encargados que dirigen con éxito un negocio o una entidad multifuncional dentro del mismo". Reconoce la importancia de todos los problemas que influyen en el carácter o el éxito de toda la empresa: la elección de objetivos, el perfil exterior, la capacidad organizativa y la movilización de recursos para el logro de metas. La creación de estrategias procura hacer coincidir las capacidades internas y las posibilidades externas a la organización. Brinda particular atención a circunstancias cambiantes relacionadas con variaciones en la demanda, respuestas de la competencia y escasez de habilidades o de capital.

El “Modelo de Política” pone especial énfasis en la evaluación de situaciones internas y externas: fortalezas y debilidades en el primer caso, y amenazas y oportunidades en el segundo. En suma, como afirma Kenneth Andrews, el “Modelo de Política” puede concebirse como una mezcla de metas y propósitos, de impedimentos y de obstáculos, de riesgos y aplicaciones y de información del entorno encaminados a la decisión estratégica. Con ello, la formulación de la política pretende dar una solución acertada a la confusión prevaleciente entre las fuerzas del entorno, las metas y los recursos.

Para muchos académicos y profesionales el "Modelo de Política de Harvard" mantiene su vigencia. Se ha considerado como una de las principales fuentes de inspiración para el desarrollo de modelos de planeación estratégica en el sector público y en organizaciones sin fines de lucro. Kenneth Andrews indica que el “Modelo de Política” rebasa a las simples instituciones denominadas empresas. Bajo el argumento de que los directivos tienen la función universal de “decidir lo que una organización debe hacer y conseguir que eso se realice, se trate o no de un negocio”, los jefes de organismos gubernamentales civiles y militares, hospitales, fundaciones nacionales e internacionales, universidades y otras organizaciones sin fines de lucro han debido acercarse al “Modelo de Política” para mejorar la dirección y la eficacia de sus organizaciones.

En efecto, Hofer y Schendel, al reconstruir un esquema del “Modelo de Política”, reconocen su inclinación hacia los aspectos políticos y sociales de la planeación estratégica, algo ajeno a la literatura de dirección de empresas, donde lo común es concentrarse en los aspectos económicos y tecnológicos del proceso.



Bajo la perspectiva metodológica de Mintzberg, el Modelo de Política de Harvard aparece como el patrón fundamental de la “escuela de diseño”, de la que se derivan las siguientes premisas:

1. La formación de la estrategia es un proceso deliberado del pensamiento consciente: la acción deriva de la razón.
2. La responsabilidad del control y conocimiento descansa en el directivo principal: él es el estratega, mientras que los otros miembros de la organización juegan un papel secundario.
3. El modelo de formación de la estrategia se mantiene simple, explícito e informal: todos deben comprenderlo.
4. Las estrategias son únicas: provienen de un proceso de diseño individualizado acorde a situaciones particulares.
5. El diseño de la estrategia finaliza cuando aparece completamente formulada: es una concepción absoluta; sólo entonces estará lista para su aplicación.




Entre las aportaciones más significativas de esta escuela al campo de estudio de la planeación estratégica destacan dos elementos: el desarrollo de amplio vocabulario para el análisis y la idea fundamental de que, en una organización, la planeación debe lograr el equilibrio entre las oportunidades externas y las capacidades internas.

En cuanto a sus limitaciones, Mintzberg menciona que el aprendizaje en la organización se ve obstruido por el propio diseño y concepción de la estrategia, la cual al quedar bajo la responsabilidad del directivo principal y limitar la participación de los otros miembros de la organización, genera una brecha entre los que piensan y los que ejecutan. En este sentido, al concentrarse únicamente en el análisis de las capacidades internas y las posibilidades externas deja sin considerar múltiples factores de incertidumbre y el posible surgimiento de estrategias emergentes que faciliten un cambio estratégico cuando sea necesario. Agrega, finalmente, la tendencia de los directivos a simplificar demasiado la estrategia, negando que su formación sea un proceso de aprendizaje largo, sutil y difícil.

Actividad FINAL: Administración de proyectos y marco lógico

1.  Responde a las siguientes preguntas: a) ¿Qué es un proyecto? ¿Cuáles son sus características? b) ¿Qué etapas comprende el ciclo...